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Franz Ferdinand en Lima - Primera entrega

Publicado: 2010-03-31

Foto: Rpp

Qué diferente es sentirte en una fiesta más que en un concierto. Y qué paja es notar que aquellos que están sobre el escenario la están pasando tan bien como tú. Que no hacen lo suyo por compromiso. Que son jóvenes y no vienen a robar ni a hacerte esperar horas como un cojudo.

Los Franz Ferdinand han debido regalar anoche en el Monumental, lo digo a estas alturas de la tarde, uno de los mejores conciertos que se han visto en esta ciudad. Pura entrega, ganas, juventud. Todavía no se cansan de tocar sus primeras canciones, y las nuevas las convierten en una cosa distinta cada vez. Por lo menos así lo he sentido yo. Como en una discoteca en la que ponen siempre después la canción que quiero. O como en un concierto de tu pata del barrio, que nunca te dice no cuando le pides que toque el tema que coreaban entre chelas en la esquina.

Come on home, en la apertura de la noche (por Xtring)

Desde el comienzo, con la guitarreraza "Come on home", Kapranós tomó el control de la noche con su par de frases en castellano y una esmirriada presencia que se compensaba con una tremenda vitalidad. A su lado, el verdadero motor de la banda: Nick McCarthy. Imparable con la guitarra y brillante con los teclados, casi influenciado por la extraña luna llena que presidía el escenario.

Entre ambos nos saquearon lo que quedaba de frialdad con las poderosas "No you girls" y "Tell her tonight", distintas por estilo pero encajadas al hilo hasta dejarnos sin aliento. Pero las compuertas se abrieron completamente con su mejor canción y, para mi gusto, lo más paja que ha pasado por las tablas de Lima alguna vez (después de "Caffeine" de Faith No More). "The dark of the matinee" fue energía pura. No era música, era fisión. Qué bestia para obligarte a saltar, como si tuvieras adentro un resorte.

The dark of the matinee, por AlbertoEgoCorn. Movido, como se debe.

De aquí en adelante, la fiesta ya no se detuvo. "The fallen" era una canción para gritarla en la cancha del Monumental, con 50,000 personas hechas una familia. Pero no importa, las 10,000 que la tragamos tendremos el placer de contar que nos fue regalada a nosotros, juntos, como si no hubiera barreras de contención entre cada área. Qué tal temón, carajo. Hace mucho que no disfrutaba tanto con un la-la-la-laaaaa.

"The fallen", otra vez por Xtring

Ni qué decir de "Do you want to". Era de las más esperadas de la noche y se respondió con amagos de pogo, gargantas hinchadas y talones a punto de estallar. Allí arriba, McCarthy emulaba a Angus Young y seguía creciendo como protagonista. El remate con "you're so lucky - lucky lucky" fue tremendo.

El tono se seguía armando cuando llegó "Can´t stop feeling", el punto alto del "Tonight", con ese sonido que te desequilibra, como un huracán. De nuevo, pura garra, la noche estaba pagada desde hace rato.

"Can´t stop feeling" por el omnipresente Xtring

De pronto, llega "Take me out" seguida por "Ulysses" y como que empieza otro concierto. Estamos todos inundados de guitarras, hemos recibido encima dos clásicazos que están rankeados entre lo mejor de la música británica de esta década, estamos seguros de que no hay nada mejor... pero faltaba más. A partir de "40'" Alex cambia de registro. Su baile de marioneta oxidada se transforma al ritmo del bajo brutal que Bob Hardy imponía. La concentración es total hasta que llega ese guiño mágico con los acordes de "Ya se ha muerto mi abuelo" en la guitarra de Nick. Lo admito. No lo noté en ese momento, porque el arreglo más parecía una canción de cuna. Pero allí estaba, incrustado en ese viaje ácido de siete minutos en que se convirtió aquella pequeña y humilde joya de su disco debut.

"40'", con Juaneco a partir del minuto 3:08'.

La ultraesperada "Take me out"

Con "Michael" no había pierde, pero lo que sí nos sacó de cuadro fue lo que hicieron con "Outsiders". No tengo idea si han repetido este número en otras presentaciones, en realidad fui al concierto con la menor preparación posible para dejarme sorprender... pero ese número de percusión entre los cuatro músicos, tribales, adolescentes, como los chibolos de El Señor De Las Moscas (salvando las distancias) fue estremecedor. Y por supuesto, esos casi diez minutos viendo a la banda sacarse la mierda para su público valen mucho. Mucho.

"Outsiders" y la secuencia de drums, por Xtring.

Dos sorpresas más estarían guardadas para el encore. Una versión impecable de "Jacqueline", con Nick enfundado en una máscara puneña que luego aventó al público, y la fantástica "Turn it on", que incluyó un pedacito de aquello que muchos esperábamos: un guiño a los Saicos. No fue una imitación del sonido de la guitarra ni de la batería, sino Alex arreglándoselas para encajar los geniales gritos "tatatatata yayayayaaaaaaa", con maracas de por medio. Ya si con eso no estabas satisfecho, mejor vete a ver a Arjona.

"Darts of pleasure" y "Turn it on", por Xtring. Escucha en 6:19.

El final fue lo más prometedor de la noche. Fuera de la foto de rigor con la bandera peruana, lo que me impactó fue la manera en que "Lucid dreams" quedó convertida en un himno technodance, con una base que quedó perenne mientras Alex, Nick y Bob salían del escenario para dejar solo al héroe anónimo, el batero Paul Thomson, el soporte sobre el que se construye el sonido de la banda, a veces oscuro, a veces súperpop. Un capo que se quedó con las últimas palmas, mientras todos pedíamos un retorno lo más pronto posible porque esto no se queda así. Ese viaje techno del final, con figuras alucinadas sobre la pantalla gigante, implica tal vez la futura dirección de la banda, hacia la exploración de terrenos computarizados. Yo quiero estar allí para cuando den el paso.


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Leggiere

Hago periodismo como afición y escucho música como deporte. Solo la segunda me exige disciplina.


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